El maravilloso “Manual del perfecto idiota latinoamericano” (1996), escrito por tres destacados intelectuales de Iberoamérica -el colombiano Plinio Apuleyo Mendoza, el cubano Carlos Alberto Montaner y el peruano Álvaro Vargas Llosa-, define detalladamente a la peculiar fauna política que ahora vamos a describir.

En septiembre de 2017, un año antes de ser elegido presidente de los Estados Unidos Mexicanos, Andrés Manuel López Obrador (AMLO) visitó orgulloso junto a Miguel Ángel Revilla y Ana Patricia Botín el pueblo de Ampuero (Cantabria) donde nació su abuelo José Obrador Revuelta, emigrado a México hacía entonces cien años justos. El abuelo de AMLO era hijo de Esteban Obrador Mayol, guardia civil nacido en Mallorca y destinado en Ampuero, donde había contraído matrimonio con una cántabra dando origen a la estirpe materna del político centroamericano.

Para acceder a la presidencia de México, algo que consiguió a finales de 2018, AMLO inició una intensa campaña de descalificación de España y de reivindicación radical del indigenismo, que culminó con una carta dirigida al Rey Felipe VI -cuando ya era presidente ejerciente- en la que solicitaba que pidiera perdón por la conquista del siglo XVI y por los supuestos abusos cometidos por los conquistadores con los pueblos indígenas.

Obviando que pocos meses atrás se había vanagloriado de su ascendencia española, AMLO se comportó como un verdadero tonto a las tres, confiado además en la estulticia supina de los pobres ignorantes destinatarios de su verborrea. Y es que los libros de historia cuentan que el actual territorio de México fue conquistado por Hernán Cortés al emperador Moctezuma con solo 400 soldados, 15 caballos y 7 cañones, pero apoyados por todas las tribus indígenas menores hartas de la brutalidad de los dominantes aztecas, caracterizados por su canibalismo, sus diarios sacrificios humanos de niños, mujeres y prisioneros, y su voluntad de exterminar del territorio a todo pueblo que no fueran ellos mismos. Repasen la película “Apocalypto”, de Mel Gibson, y podrán hacerse una idea de la banda de crueles salvajes a los que nos instan a pedir perdón.

La caradura abismal de AMLO (una pena que semejante imbécil sea de origen mallorquín), se extiende también a la manipulación absoluta de todo lo que vino después. Lean las obras de Marcelo Gullo y podrán constatar cómo los españoles construyeron ciudades, hospitales, infraestructuras y las primeras universidades del Nuevo Mundo, todas destinadas a atender a los recién llegados y también a los pueblos indígenas, con los que -a diferencia de América del Norte, donde fueron prácticamente exterminados- hubo un gran mestizaje, y a los que trataron como ciudadanos y nunca como a una conquista colonial. España dividió la América conquistada en varios Virreinatos, territorios prácticamente autónomos que jamás fueron jurídica ni políticamente considerados colonias.

Esa doblez característica del populista AMLO, que tortura a sus ciudadanos con “Mañaneras” televisadas desde el palacio presidencial con un lenguaje de Barrio Sésamo, se ha contagiado a su sucesora Claudia Sheinbaum (de familia judía lituana), quien habiendo invitado a su toma de posesión a demócratas como Putin, Maduro, Ortega o Díaz Canel ha rechazado invitar al Rey de España por “no haber respondido a la carta de López Obrador”. En el fondo, buscan un enemigo exterior para camuflar su calamitosa gestión y su populismo autoritario, con más de cien mil personas desaparecidas y una reforma legal en curso para jubilar a los jueces profesionales y que los nuevos sean elegidos por el pueblo.

Como explicaba el excelso “Manual…”, la estupidez y manipulación de la izquierda populista carece de límites y de vergüenza. Basta ver a Sumar, Bildu y Podemos respaldando el desprecio de Sheinbaum.

PUBLICADO EN MALLORCADIARIO.COM EL 30 DE SEPTIEMBRE DE 2024.

Por Álvaro Delgado Truyols