La impactante película “Trece días”, protagonizada por Kevin Costner en el papel del jefe de gabinete de John Fitzgerald Kennedy durante la crisis de los misiles con Cuba en octubre de 1962, muestra la estresante tensión en la que vive cualquier Presidente de los Estados Unidos de América, en especial en momentos críticos como los que entonces amenazaron al país con desatar una guerra mundial, similares a los que ahora podemos estar viviendo en Ucrania o en Gaza con destacada participación bélica de recursos y armas europeas y norteamericanas.

La euforia indisimulable de la opinión pública mundial ante la renuncia de Joe Biden y su probable sustitución por la doblemente “racializada” Kamala Harris (la candidata woke perfecta: mujer, hija de padre jamaicano afroamericano y de madre inmigrante hindú) no ha llevado a profundizar en una pregunta capital para el presente y el futuro políticos de la gran potencia norteamericana. Dado el estado de deterioro cognitivo del Presidente Biden -de quien sus propios colaboradores reconocen que no está en condiciones de atender ningún asunto a partir de las 4 de la tarde- y viendo en películas como “Trece días” la durísima exigencia personal a la que somete inevitablemente su cargo (y eso que JFK tenía, en ese momento, 45 años), ¿quién está realmente gobernando en los USA?

No albergo simpatías por Donald Trump, y menos por su estilo faltón, aunque tampoco considero que Biden fuera un rival de nivel para poder derrotarle en las urnas. Siento realmente pena de que la primera potencia mundial sea incapaz de generar mejores candidatos para sus dos principales partidos en un momento crucial de la historia norteamericana y mundial. Pero resulta algo innegable que en términos de liderazgo, personalidad, unidad de su partido y confianza de sus votantes Trump exhibe sobrados atributos (seguramente en demasía), en contraste con un Biden que parece una triste marioneta manejada por algunos parientes y allegados (su mujer Jill, su hermana Valerie y su ex jefe de gabinete Ron Klain) y por las élites sempiternas que controlan desde hace décadas el partido demócrata norteamericano (el matrimonio Clinton, el matrimonio Obama, o la ex presidenta de la Cámara de Representantes Nancy Pelosi).

Ha escrito Arcadi Espada que si un candidato a la Presidencia de los Estados Unidos de América debe estar en sus cabales, mucho más ha de estarlo el Presidente de los Estados Unidos de América. Y ha remarcado que “nuestra prensa abre mucho la bocaza para subrayar el supuesto acto de servicio que Biden habría hecho a la gran nación y a su partido… El único acto de servicio real que Biden podría prestar a sus conciudadanos es su dimisión inmediata. Pero, naturalmente, eso exigiría un esfuerzo cognitivo suplementario. En el caso de nuestra prensa, también moral”.

Resulta muy curioso que la prensa progresista mundial viva agobiadísima porque pueda presidir los USA alguien como Trump, elegido por el pueblo, pero ni se inmute cuando lleva cuatro años gobernando alguien que nadie sabe quién es.

PUBLICADO EN MALLORCADIARIO.COM EL 29 DE JULIO DE 2024.

Por Álvaro Delgado Truyols