Una de las primeras fotografías que conocimos de Pedro Sánchez como Presidente del Gobierno ya delataba su talante personal y político. Se trataba de una instantánea -muy difundida en medios de comunicación y redes sociales- que alguien del equipo de Moncloa le había tomado viajando en el Falcon presidencial. En ella, Sánchez, emulando al JFK de los buenos tiempos -aunque con bastante más cara de chuloputas de Usera que de pijo sesentero de Hyannis Port- posaba muy serio sentado en el avión, vistiendo camisa blanca con corbata azul marino y gafas de sol, y simulaba trabajar sobre la mesa abierta de su mullido asiento portando unos papeles y un bolígrafo en la mano derecha.
Nuestros dirigentes educativos nos vendieron hace unos años que las pantallas y la nueva pedagogía iban a revolucionar el sistema escolar por completo, y que las tabletas, los portátiles e incluso los teléfonos móviles sustituirían íntegramente a los libros de texto en las escuelas. La configuración tradicional del aula, la autoridad del profesor, la memorización de las lecciones, el cálculo mental, el cuidado de la caligrafía o el uso del papel se iban a abandonar drásticamente para dar lugar a una generación de “nativos digitales” que ya nunca necesitarían semejantes antiguallas y que, además, acudirían a la escuela a estimular sus sentimientos y emociones experimentando actividades lúdicas alejadas de la docencia tradicional.
No sé si se han dado ustedes cuenta de que en este país -y en esta Comunidad- todo tiene que estar al gusto de la izquierda. Hasta Francina declaró recientemente que estaba “asustada” por la forma discreta y poco pública en que se estaban fraguando los pactos de gobierno en Baleares -con intervención de algunos emisarios nacionales- entre los dirigentes de PP y Vox. Esas dos bandas clandestinas de facciosos e intolerantes que se atreven a pactar sin preguntarles cuáles son sus gustos a Armengol y sus secuaces.
Marga Prohens deberá decidir muy pronto qué quiere realmente ser como Presidenta de les Illes Balears. O una mandataria efímera que adopte un cómodo distanciamiento respecto de los principales problemas de nuestra Comunidad Autónoma -típica actitud confortable que muchos esperan de un Gobierno del PP balear- o una política valiente (recordemos sus alusiones a Isabel Díaz Ayuso) que aspire a marcar una época proponiendo a los ciudadanos baleares soluciones que puedan perdurar durante años.
“El hundimiento” es un magnífico drama bélico, estrenado en el año 2004, que narra la fase final del Gobierno de Hitler ante el avance sobre Berlín de las tropas soviéticas en los estertores de la Segunda Guerra Mundial. Gran parte de la película, cuyas escenas más impactantes se reproducen a diario en innumerables “memes” de whats app, se desarrolla en el búnker situado en los sótanos de la Cancillería, donde los asustados subordinados tratan de aparentar una nerviosa normalidad mientras los estallidos de cólera del dictador nazi, muy deteriorado en su salud física y mental, van dando cumplida narración de la inevitable caída de su régimen criminal.
Apreciado conciudadano progresista:
Comprendo que tus genes experimenten la poderosa pulsión de votar a Pedro Sánchez en las próximas elecciones generales. Es algo que todo español lleva grabado a fuego en su disco duro, como nuestra canción favorita o el equipo de fútbol de nuestros amores. Ya explicó el Cholo Simeone que hay sólo dos cosas en la vida que no cambian nunca, la madre y los colores. Sólo quiero advertirte de que, si lo haces, estarás votando a un pato cojo.
En las dos semanas previas a las recientes elecciones realicé en este medio digital un análisis muy crítico con las políticas del Pacte, tanto en el Ayuntamiento de Palma como en la Comunidad Autónoma balear. Mi expresa intención era apartarme de la abundante propaganda institucional para desmenuzar su gestión desnuda, que ha resultado ser teatral, descoordinada, prohibitiva y deficiente. Celebrados los comicios, los ciudadanos han respaldado mi análisis.
Una de las mayores vergüenzas de nuestra política actual, salpicada de tipos obsesionados por resucitar historias del franquismo, es el obsceno blanqueamiento de ETA. Si el pueblo español exige una memoria histórica tan detallada para hechos acaecidos más de ochenta años atrás, resulta difícilmente explicable que escondamos los crímenes de una banda terrorista que mató a 853 personas hasta hace escasamente una década.
Ante la inminencia de nuestra llamada a las urnas, aquí tienen una segunda entrega de mi particular balance de legislatura. Ya avisé de que se trata de un análisis crítico, ceñido a la gestión y ajeno a la abundante farfolla propagandística. Hoy toca analizar la trayectoria de nuestro actual Gobierno autonómico.
Cuentan viejas crónicas periodísticas que un tal Joaquín Miranda, que había sido banderillero del gran torero sevillano Juan Belmonte, fue nombrado Gobernador Civil de Huelva tras la Guerra Civil. En el ejercicio de su cargo, un día le tocó presidir un festival taurino benéfico al que asistía el famoso matador. Y un buen amigo de éste, conociendo el antiguo vínculo profesional existente entre ellos, le preguntó a Belmonte: “Don Juan, ¿cómo se puede llegar desde banderillero suyo a ser Gobernador Civil?” A lo que respondió la gran figura del toreo: “Pó cómo va a sé, degenerando, degenerando…”.