Agotado ya el intento de dividir a los ciudadanos entre “amigos de la ultraderecha” y “gente de progreso” -recuerden el uso machacón de la famosa foto de Colón-, la factoría Moncloa Producciones ha decidido fomentar otra división en la sociedad española. La próxima fractura social la van a protagonizar los españoles “ricos” enfrentados a los “pobres”. Porque, ante el desastre electoral que se les avecina, los gurús de Sánchez han decidido polarizar más a la gente intentando recortar las expectativas de quien crece en las encuestas ofreciendo moderación y buena gestión de los asuntos públicos.
¿Cómo serán los españoles del 2050? ¿Qué características personales, sociales, morales y políticas tendrán? Son preguntas bastante complejas aunque, viendo los cauces por los que discurre nuestra sociedad, podemos adivinar algunos rasgos que -de no operar antes el famoso péndulo de la historia- nos conducirán a una situación parecida a la siguiente.
William Levy es el protagonista masculino de la telenovela de Netflix “Café con aroma de mujer”, que ha arrasado en España y en muchos de países de habla hispana. El actor, que crea pasiones allá donde va, nació en Cuba. Y fue el invitado de Pablo Motos en “El hormiguero”, en una entrevista que se ha reemitido hace unos días, en la que tuvo que reforzarse la seguridad ante la avalancha de fans que querían acercarse a su atractivo ídolo televisivo.
Si alguno albergaba dudas sobre lo que realmente significa tener a Pedro Sánchez como presidente del Gobierno, seguro que las aclaró tras la masterclass del pasado martes, en el “debate” que sostuvo en el Senado con Alberto Núñez Feijóo bajo la excusa de la crisis energética.
Nuestro actual poder legislativo, en la línea que nos marca el proceder general del tipo que preside el Gobierno de nuestro país, hace habitualmente su trabajo con trampas. La conocida aversión biológica de Pedro Sánchez a decir la verdad, puesta de manifiesto en infinidad de declaraciones públicas recogidas por la hemeroteca, la traslada también -cómo no- a la copiosa producción legislativa promovida por su turbulento gabinete Frankenstein.
Está siendo noticia en la prensa mallorquina la proyectada reforma del Govern Balear de subir el Impuesto de Transmisiones Patrimoniales a un tipo del 12% para las compras de inmuebles usados superiores a 3 millones de euros, medida que parece estar contemplada en los Presupuestos de la Comunidad Autónoma para el año 2023.
Una de las polémicas del verano, alimentada por los muchachos de Podemos, ha sido la crítica a Felipe VI por no levantarse al paso de una espada de Simón Bolívar, exhibida en la toma de posesión del nuevo mandatario de Colombia. Lo cierto es que el desfile de la espada no figuraba en el protocolo oficial, y fue algo improvisado que decidieron sobre la marcha los asesores del flamante presidente Gustavo Petro, antiguo militante del movimiento guerrillero M-19. Y da la casualidad de que, entre dichos asesores a sueldo -ya presentes desde la previa campaña electoral-, se encontraban los omnipresentes Juan Carlos Monedero y Pablo Iglesias. Que no se pierden una en la que se manejen hilos y se repartan dólares. Y además se trate de desprestigiar al máximo representante de la democracia española.
Entrado ya el mes de agosto, me despido unas semanas de ustedes para tomarme unos días de vacaciones. Y aprovecho esta última entrega de la temporada para ofrecerles un balance que, por las complejas circunstancias que nos rodean, no puede resultar esperanzador.
“Esta moción de censura es consecuencia de hechos gravísimos que, de forma reiterada en el tiempo, han ido sacudiendo a la opinión pública a golpe de imágenes que provocan bochorno, incredulidad e indignación”.
“Están normalizando la corrupción. Están diciendo a los españoles que deben mirar para otro lado de esta enfermedad crónica”.
“Dimita Señor Rajoy. La sentencia de la Audiencia Nacional exige su dimisión inmediata. Su sola permanencia en el cargo debilita la democracia. Dimita y esta moción de censura habrá terminado, aquí y ahora”.
“La cuestión es si usted va a asumir sus responsabilidades y si va a dimitir. La cuestión es si esta democracia se puede permitir el lujo de estar dos años más encadenada a la corrupción del PP. Yo creo que no”.
“Una vez conocida la sentencia del caso Gürtel ya no hay suposiciones sino certezas. Gürtel era el PP, y el PP era Gürtel”.
Trabajar para un líder político es algo bastante ingrato. Cuando dejas de resultarle útil no suele tener empacho en rebanarte la cabeza. O en pedirte que te la cortes tú, lo que produce efectos parecidos, aunque añade algún sueldito o prebenda para agradecer los servicios prestados. En las habituales ejecuciones sumarias tan frecuentes en la vida política no valen sentimentalismos, pasando las viejas lealtades pronto a ocupar su sitio en el olvidado baúl de los recuerdos.