Toda la vida pensando que vivíamos en un régimen de libertades y ha tenido que venir Pedro Sánchez a explicarnos que necesitamos regenerar nuestra democracia eliminando esa máquina del fango, periodística y judicial, que amenaza con sepultar su impoluto reinado progresista. Ahora resulta que nuestro principal problema nacional son los periodistas y los jueces que no se muestran dóciles al poder. Nunca le estaremos lo bastante agradecidos a este mesías inesperado con pinta de jefe de planta de El Corte Inglés. San Pedro ha llegado providencialmente a salvarnos, pese a que no todos hemos glosado con suficiencia sus innumerables méritos. La Historia guarda, sin duda, un deslumbrante rincón para su imperecedero legado democrático.

Solo alguien con una jeta de hormigón puede vendernos estas historias justo cuando los medios nos cuentan que han imputado a su mujer por tráfico de influencias y que su hermano está siendo investigado por múltiples trapicheos laborales y tributarios. El fango no está en que los jueces investiguen o en que los diarios nos lo cuenten, sino en lo que sus familiares han hecho previamente para que eso se pueda producir. Pero el tipo acreditaba ya antes un currículum insuperable de mentiras, manipulaciones y “cambios de opinión”. Desde el plagio de su tesis doctoral hasta el tongo detrás de una cortina para ganar las primarias del PSOE, pasando por el “puedo repetirle que no pactaré con Podemos ni con Bildu” o que “no habrá amnistía” hasta el encabezamiento de una moción de censura para luchar “contra la corrupción”, siguiendo por hacer como que gobierna sin tener apoyos suficientes en el Parlamento hasta colonizar todas las instituciones del Estado con lacayos incondicionales. Todo en Sánchez desprende un tufo insoportable de impostura, falsedad, espíritu autocrático y ausencia absoluta de escrúpulos personales.

Su sorprendente “plan de regeneración democrática”, recién expuesto esta pasada semana, se dirige en primer lugar contra los medios de comunicación. Consiste en que el Gobierno controle con detalle quién está detrás de la propiedad de cada medio y también cómo se financian, queriendo especialmente conocer cuánto dinero público reciben y de qué concreta Administración o entidad pública. El miedo actual de Sánchez es que los escasos medios que le critican estén recibiendo ayudas económicas de las Comunidades o Ayuntamientos gestionados por el PP, y que así logren contrarrestar ese empalagoso “relato” para dummies que sus 700 asesores elaboran a todo trapo desde Moncloa. Teme aquí el ladrón que los demás sean de su misma condición. Ya vendrá después el control de los jueces, que merece algunas normas de más delicada elaboración.

Hay que tener los bemoles cuadrados para proponer normas contra los “bulos” o para combatir los “pseudomedios” siendo el tipo más manipulador y mentiroso del país. Sería como ver a Ábalos intentando legislar contra las juergas, o a Pinocho tratando de prohibir las narices largas. La ventaja es que no albergamos ninguna duda de que, por pura experiencia propia, Sánchez conoce mejor que nadie el fango del que nos habla.

PUBLICADO EN MALLORCADIARIO.COM EL 23 DE SEPTIEMBRE DE 2024.

Por Álvaro Delgado Truyols