El móvil de Iván comienza a vibrar. Mañana de nervios. Al filo de la hora de comer, entra el whats app esperado. Echa un vistazo al remitente y la pantalla lo confirma. “Puto Amo”. Es el jefe. Ya debe haber terminado ese encuentro largamente anunciado. Dos líderes mundiales progresistas reunidos por fin, tras una prolongada espera. Con el planeta esperando impaciente. El mensaje es largo. Menos mal. Se le habrá pasado el malhumor que le provocaba este asunto. Desde enero. Qué suplicio. El jefe parece estar comunicativo. Buena señal. Hoy tendremos un buen día. El texto dice así:
“Por fin, Rasputín! He encontrado a Joe por un pasillo de la sede de la OTAN, justo antes del almuerzo, y le he ido a saludar. Me he colocado a su altura pero ni me ha mirado, el muy borde. No parece progresista. Con lo que le apoyé frente al fascista de Donald. Le he saludado en inglés, con ese acento tan mío, ya sabes, pero él seguía andando, como si yo no estuviera o no entendiera un carajo. He creído adivinar, debajo de su mascarilla, un gesto de indiferencia. Igual era el bótox, o quizás no le funcionaba bien el sonotone. Ha sido raro. ¿No les habías avisado? ¿Les has mandado mi foto? ¿Me habrá confundido con otro? En fin, he caminado 30 metros a su lado, después de 5 meses de espera. Ha molado, aunque haya sido bastante seco. Vale que no me llame, pero hoy casi me hace una cobra ante todos los periodistas. He intentado ser cariñoso, y mira que me cuesta horrores, salvo contigo y con Bego y las niñas, pero nada. Con lo que nos lo habíamos currado. Estaban mogollón de cámaras nuestras apiñadas en el hall. Pero al fin ya tenemos la foto. Soy más alto que él! Podremos hablar de nuestra sintonía con la América progresista. Ya me siento un líder mundial. Estoy feliz! Ser Presidente es cojonudo. Gracias, bro”.
Iván se queda desconcertado. Tiene el pálpito de que algo no ha salido bien, según el minucioso plan que habían ideado. Sentado en su despacho, con cierta preocupación, decide echar un vistazo a las redes sociales. Abre Twitter. Aparece Toni Cantó. Qué pesado. Siempre al quite. No estuvimos finos forzando su salida de Ciudadanos. A ver qué dice, el muy cabrón. “La secuencia completa del asalto de Pedro Sánchez a Joe Biden es totalmente terrible. Le mira a la cara cuatro segundos y ni un insignificante gesto para despedirse, Sigue caminando como si nada. Qué pena todo”. Buff. Tremendo. Qué mala leche. Al saludo del jefe le llama “asalto”. Espero que Pedro no lo lea en su viaje de vuelta. Llegará a Moncloa con un humor de perros. Últimamente todo nos sale mal. Va a haber memes hasta en Finisterre.
Lo anterior es, evidentemente, una ficción, aunque podría parecerse bastante a la realidad. El lunes 14 de junio de 2021, en la cumbre de la OTAN celebrada en Bruselas, nuestro Presidente Pedro Sánchez, obsesionado con las fotos y la propaganda, hizo un paseíllo espantoso. Persiguió al Presidente norteamericano Joe Biden por un ancho corredor del hall de la sede de la Alianza Atlántica, y aquél le trató con sorpresa, y luego con displicencia, durante menos de 30 segundos. No hubo más, tras llevar La Moncloa varios días anunciando el encuentro entre ambos como una reunión bilateral.
Y eso que el comportamiento de Biden se podía fácilmente adivinar por cualquiera que no sea un engreído patológico o un estúpido sectario. Tras cinco meses desde su toma de posesión, celebrada el pasado 20 de enero, no se había dignado ni a llamar por teléfono al sorprendido Presidente español. Y eso ha sido por algo, en un ámbito tan ceremonioso y formal como el de las complejas relaciones diplomáticas dentro del mundo occidental.
El iluso progresismo español siempre se equivoca con los Estados Unidos de América. Allí los progres son patriotas. Desde que Zapatero se quedó sentado, en el desfile de la Hispanidad del 12 de octubre de 2003, ante el paso de su bandera, los norteamericanos pusieron la cruz a los socialistas hispánicos. Por confundir el respeto a su país con la política de Bush. Recordemos que Trump tomó posesión de su cargo el 20 de enero de 2017, y recibió a Rajoy el 7 de febrero. Y que Biden ya se ha entrevistado con Merkel, Macron, Johnson, los Primeros Ministros de Australia y Japón, el Presidente surcoreano, el Papa Francisco, el Primer Ministro italiano Giuseppe Conte, y el Presidente del Consejo Europeo Charles Michel.
Además Pablo Iglesias, hasta hace poco Vicepresidente del Gobierno, ha defendido reiteradamente al Frente Polisario y un referéndum para el Sáhara Occidental, contrariando a Marruecos, el mejor aliado de los Estados Unidos en África. También España acogió al líder del Polisario Brahim Gali para ser atendido en un hospital de Logroño, lo que causó la reciente la invasión de Ceuta. Y los gobernantes socialistas han retirado habitualmente nuestras tropas de los escenarios bélicos internacionales (Irak, Afganistán), han racaneado nuestras aportaciones económicas a la OTAN, y sus Ministros atacan sistemáticamente a medios de comunicación y periodistas críticos, según el último informe sobre los Derechos Humanos en el mundo, elaborado anualmente por los Estados Unidos. Sumen todo ello y saquen sus conclusiones.
La guinda llegó después, en la rueda de prensa de Sánchez para explicarnos su “encuentro planetario”. Siguiendo su estupefaciente “relato” habitual, como si el mundo no hubiera contemplado el hilarante paseo, dijo que habían comentado temas importantes: los lazos militares entre España y EEUU, la situación migratoria en Latinoamérica, y su felicitación a Biden por la puesta en marcha de su “agenda de progreso”.
Como la insultante brevedad del encuentro -y su demoledor lenguaje no verbal- desmintieron al Presidente, ha quedado patente la triste irrelevancia de España en política exterior. Con la captura obsesiva de una foto ambulante, principal objetivo de Moncloa Producciones, Sánchez sólo consiguió perpetrar un papelón bochornoso y que Biden le hiciera la cobra.
PUBLICADO ORIGINARIAMENTE EN MALLORCADIARIO.COM EL 21 DE JULIO DE 2021.
Por Álvaro Delgado Truyols
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