William Levy es el protagonista masculino de la telenovela de Netflix “Café con aroma de mujer”, que ha arrasado en España y en muchos de países de habla hispana. El actor, que crea pasiones allá donde va, nació en Cuba. Y fue el invitado de Pablo Motos en “El hormiguero”, en una entrevista que se ha reemitido hace unos días, en la que tuvo que reforzarse la seguridad ante la avalancha de fans que querían acercarse a su atractivo ídolo televisivo.
En el curso de su entrevista, Levy reveló una conversación privada que había mantenido -antes de empezar- con su presentador, en la que hablaron de su común afición al gimnasio y de lo que había que comer o no para mantener la forma. Y dijo que había recomendado a Motos que, si quería conservarse delgado, se fuese a vivir a Cuba, ya que allí lo conseguiría seguro con el hambre que iba a pasar.
Luego cogió carrerilla y habló abiertamente -cosa infrecuente en los medios de comunicación españoles- de lo dura que había sido su infancia en el país caribeño: «Pasamos mucha hambre. Te daban un pan al día por persona, en la ciudad no había ni fruta… A los 14 años intenté marcharme, me fue mal, y no pude. Pero a los 15 mi padrastro era preso político, y USA nos dio asilo. Allí emprendimos una vida llena de oportunidades. Lo que pasa en Cuba es que te quitan la libertad; es difícil estar donde, por mucho que te esfuerces, sabes que no vas a tener futuro».
Tras contar algunos detalles sobre la serie que le ha lanzado al estrellato, William Levy siguió explayándose sobre la dureza de su infancia, añadiendo que, cuando recibió asilo político en los Estados Unidos, lo primero que hizo fue comerse unas manzanas, algo que despertó las risas de sus familiares. «En Cuba no había manzanas así que, cuando las vi por primera vez, devoré todas las que había». Una de las anécdotas graciosas fue la de los animales. Contó que “en Cuba pasé 15 años haciendo dieta obligado por el Gobierno. Te daban un cuarto de pollo para todo el mes. Pero, en medio de todas las dificultades, intentabas buscar la parte positiva». Entre risas, continuó describiendo las penurias que pasó de niño: «En la ciudad no podías criar animales, y nos juntábamos toda la cuadra y comprábamos un puerco, y lo criábamos en la bañera. Se vuelve tu mejor amigo. Si te pillaban criando un cerdo te metían preso. Si te pillaban con carne te caían 20 años, si matabas una vaca cadena perpetua. No podían escuchar al puerco, y lo criábamos en silencio hasta el 31 de diciembre, lo matábamos y nos lo comíamos entre todos para celebrar el fin de año. Un tiempo dijeron que nos iban a dar un pollo al mes por persona. Y yo allí que fui a por él, y resulta que era un pollito para que lo criaras. Buscamos cómo hacer para criarlo, y había que darle de comer pan mojado y ponerlo bajo un foco por la noche. Pero en Cuba era imposible: sólo tienes un pan al día y cortan la electricidad por las noches. De los siete que teníamos en casa sobrevivió uno, y el que quedaba se convertía en tu mascota. Era como un perro. Cuando me fui me lo quise llevar, porque allí corría peligro de muerte».
A pesar del tono humorístico de su narración, aquello constituyó el mejor testimonio posible de un terrible drama. La mitificada dictadura comunista cubana, que sigue generando en algunos una veneración inexplicable, quedó plenamente al descubierto tras las carcajadas de un atractivo galán televisivo. Que, además, había vivido esas miserias en primera persona, sin que nadie se las pudiera desmentir.
Las duras manifestaciones de William Levy contrastan enormemente con la actitud hipócrita de bastantes integrantes de la farándula española. Cuba es un fracaso como país, como sistema político y como referencia ideológica. Y eso debería tenerlo claro todo el mundo. Tratar de vender hoy el añejo comunismo instaurado por los barbudos de Sierra Maestra como un sistema admirable -lo único que ha generado con éxito es represión, hambre y miseria- supone colocar a la gente una ilusión estúpida y una mentira atroz. Que el intercomunicado mundo del siglo XXI no debería tolerar un solo segundo más.
Los ilusos románticos de siempre, tan asentados en los medios de comunicación, culparán de semejante fracaso al bloqueo norteamericano, al capitalismo internacional o al lucero del alba. Para ellos, un desastre que dura ya 63 años nunca ha sido culpa del régimen. Pero pregunten ustedes a esa pobre gente si prefieren inflarse a manzanas en Miami o pasar hambre en La Habana esperando, bajo la luz de la luna, que crezca el pollo.
PUBLICADO ORIGINARIAMENTE EN MALLORCADIARIO.COM EL 19 DE SEPTIEMBRE DE 2022.
Por Álvaro Delgado Truyols
Miguel Arenas Gou
Como siempre lo has clavado un abrazo