Resulta ciertamente interesante contemplar la actitud de la gente ante la corrupción. De los implicados, de los posibles afectados, de sus rivales políticos, de los medios de comunicación y del público en general. Y valorar las diferentes escalas de la hipocresía humana. La evolución política y mediática del “caso Koldo” nos ofrece una demostración perfecta de todas las posibles reacciones que los ciudadanos suelen exhibir ante esta compleja lacra de nuestra sociedad.
Llama primeramente la atención la reacción de los afectados. Desde la dicharachera ruta de Ábalos por varios medios de comunicación hasta el prolongado silencio de Armengol -mucho más acostumbrada al incienso que al cáliz-, quien ofreció tardíamente a los españoles (con indisimulables nervios y su destreza sintáctica habitual: “quiero explicar bien el contexto en lo que los estoy explicando las cuestiones que voy a explicar”) unas justificaciones muy pobres a su errática y cuestionada gestión, aparte de colocar el muerto a los técnicos del Servei de Salut. Antes el PSIB había mandado en avanzadilla al guardaespaldas Negueruela -que debutó sorprendentemente en el caso pidiendo la dimisión de Prohens– cuya histriónica y nerviosa hiperactividad parece manifestar un protagonismo personal en los trapicheos baleares con el turbio equipo de Ábalos.
Las inconsistentes bocanadas de Negueruela revelaron el paupérrimo nivel del supuesto “cerebro gris” -mucho más gris que cerebro- del anterior gabinete de Armengol. Dijo que deliramos al pensar que la presidenta controlaba un contrato de 3,7 millones de euros acordado en pandemia con un portero de puticlub, mientras su partido pide responsabilidades a Ayuso por otro de 1,5 millones encargado a su hermano -comercial de productos sanitarios desde hacía 20 años- en una Comunidad siete veces más poblada y del que fueron exonerados tras una exhaustiva investigación. Entonces, ¿a quién llamaron Koldo o Ábalos para vendernos las mascarillas fake? ¿A Negueruela como factótum del Govern? ¿A la consellera Patricia Gómez? ¿Al conserje de la Conselleria? ¿Al segurata de la nave de Marratxí? ¿Al camarero del Hat Bar? ¿Por qué pidió el PSOE su escaño a Ábalos y protege tanto a Armengol? ¿Hay aquí financiación del partido? ¿Piensan que somos gilipollas?
Si un tipo con semejantes argumentos -y ese carisma desbordante- quiere convencernos a todos del impecable proceder del Govern anterior, a Armengol la acabarán fusilarando al amanecer. Alguien debería avisar al gallego declinante de que ya no ejerce el poder, con el que aterrorizaba mediante broncas y amenazas a todo bicho viviente. Y también aconsejar al PSIB que mueva urgentemente el banquillo (no exactamente el de los acusados).
También ha resultado impactante la reacción de algunos ciudadanos y medios de comunicación. Sorprende ver al DM lanzándose a degüello contra el Govern de Progrès mientras UH dispensa cataplasmas a nuestra moribunda Soldado Ryan. Curiosidades del circo mediático balear. Mientras tanto, simpatizantes socialistas piden en redes sociales el apoyo a Armengol ante los “ataques a la convivencia y la falta de respeto a quienes piensan diferente”. Como si el trinque millonario no tuviera aquí nada que ver, frente un partido que ganó la moción de censura presentándose como adalid contra la corrupción.
Armengol se dedicó también a reivindicarse a sí misma como alguien incorruptible. “No somos todos iguales”, dijo casi al borde del sollozo teatral. Resulta enternecedor cómo los socialistas se consideran el club de las buenas personas, pensando que sólo sus rivales pueden ser gente corrupta. ¿Quién no querría pertenecer al selecto club de Koldo, Ábalos y Armengol? ¿Cuántos Koldos precisan para olvidar esa repugnante superioridad moral? La buena noticia es que socialistas decentes como Ramón Aguiló reconocen que “Armengol ha sido un elemento necesario para la estafa”.
Recordando la aún desconocida participación de Armengol y Ábalos en los turbios meandros del “caso Puertos”, y el sorprendente silencio como gárgolas de nuestras activas y beligerantes feministas -y de las Ministras del Gobierno progresista- sobre la recurrente afición a la prostitución de los corruptos del PSOE, quiero terminar este recorrido por las alcantarillas de la política -que parecen pringar de mierda hasta a la mujer del presidente del Gobierno- destacando este luminoso tuit del profesor Íñigo de Miguel: “Si solo te molesta la corrupción en un partido, créeme, no es la corrupción lo que te molesta”.
PUBLICADO EN MALLORCADIARIO.COM EL 11 DE MARZO DE 2024.
Por Álvaro Delgado Truyols
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