Los comunistas acceden a veces a los gobiernos mediante las urnas, pero jamás los abandonan a causa de ellas. Así permanecieron 70 años en el poder en la URSS, y llevan 70 en Cuba, 50 en Corea del Norte o 25 en Venezuela. Ya lo explicó, con claridad meridiana, el líder del PSOE durante nuestra Segunda República Francisco Largo Caballero, afín a la revolución bolchevique, cuando dijo en la primavera de 1936: “La clase obrera debe adueñarse del poder político por cualquier medio, convencida de que la democracia es incompatible con el socialismo, y no ha de entregarlo voluntariamente…”.

Nicolás Maduro es un antiguo conductor de autobús, analfabeto funcional y populista de manual, que gobierna tiránicamente Venezuela desde la muerte de Hugo Chávez en marzo del 2013. Como todos los dictadores comunistas de la historia, ha sobrevivido décadas a base de controlar las fuerzas armadas, tiranizar a la población y realizar trampas en los procesos electorales. Y también, como todos los gobernantes comunistas, tiene a su pueblo sumido en la miseria y el exilio. Muestra de su brillante gestión es que uno de los mayores productores mundiales de petróleo tiene totalmente desabastecidas sus gasolineras. El tipo es un incompetente total salvo para conservar el poder y para enriquecer a los esbirros de su dictadura.

En las elecciones celebradas en Venezuela el pasado 28 de julio el fraude fue de proporciones estratosféricas. Con la burda excusa de un supuesto hackeo informático generado por los líderes de la oposición venezolana desde Macedonia del Norte, los mamporreros de Maduro hicieron desaparecer millones de actas electorales, proclamándole vencedor de los comicios por un sospechoso 51% de los votos. Mientras tanto, testigos e interventores presentes en los diferentes colegios electorales contabilizaban una victoria de la oposición por más del 70% de los sufragios.

Los apoyos de Nicolás Maduro nos explican perfectamente quién es. China, la Rusia de Putin, Nicaragua, Bolivia, Honduras, Corea del Norte o las Madres de la Plaza de Mayo forman el envidiable equipo internacional que respalda al gorila rojo. En España, le apoyan incondicionalmente varias lumbreras similares: Juan Carlos Monedero, Enrique Santiago, Irene Montero o Yolanda Díaz, comunistas que viven como marqueses de las prebendas de nuestro Estado democrático, encabezados por el comandante en jefe del blanqueamiento de la dictadura bolivariana, el simpar José Luis Rodríguez Zapatero, alguien que debe cobrar y repartir cantidades indecentes para sobrellevar impasiblemente semejante papelón.

Arturo Pérez-Reverte escribió un reciente tuit en el que decía: “Si todavía fuera el reportero que fui, dedicaría una temporada a investigar a fondo el papel que el omnipresente Rodríguez Zapatero hace y lleva haciendo desde hace mucho tiempo en Venezuela. Pero sólo soy uno que escribe novelas. Que de eso se ocupen otros”. Un expresidente al que Sánchez pasea reiteradamente en sus mítines electorales merece una exhaustiva investigación de sus vinculaciones con la dictadura venezolana. Y, de paso, todos podríamos conocer por qué puñetas (o maletas) el Gobierno español no quiere colaborar para derrocar al gorila rojo.

PUBLICADO EN MALLORCADIARIO.COM EL 05 DE AGOSTO DE 2024.

Por Álvaro Delgado Truyols