Cuando los políticos populistas agotan sus escasos argumentos, cosa que sucede con notable frecuencia, acuden al recurso fácil de enfrentar a los ciudadanos para intentar mantenerse en el poder. Resucitar el odio entre españoles fue una consumada especialidad de Rodríguez Zapatero, a falta de talento para dirigir un país en crisis. Y, en los últimos tiempos, su heredero intelectual (perdonen el sarcasmo) Pedro Sánchez, viendo peligrar las encuestas y su coalición con Podemos y los diferentes partidos separatistas, está volviendo a las andadas con las Leyes de Memoria Democrática, Trans, de Bienestar Animal y del Aborto, o cualquier otro pretexto que polarice a la gente y la distraiga de analizar su gestión.
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