El centroderechista Sebastián Piñera, dos veces presidente de Chile (2010-2014 y 2018-2022), falleció el pasado 6 de febrero al estrellarse -debido al mal tiempo- el helicóptero que él mismo pilotaba cerca de su casa en el Lago Ranco, situado al sur de su país. Los otros tres pasajeros de la aeronave, entre ellos una hermana del político, salvaron la vida lanzándose al lago mientras el piloto se hundió dentro de la cabina tratando de alejar las hélices del alcance de sus acompañantes.

El desaparecido ex presidente, brillante ingeniero y economista que llegó a doctorarse en Harvard, se había convertido por su talento y habilidad en un emprendedor de gran éxito, propietario de un nutrido grupo de empresas iberoamericanas entre las que se encontraba LAN, la compañía aérea chilena de referencia. Esa larga y triunfal trayectoria empresarial le granjeó -cómo no- la frecuente animadversión de la izquierda, que se hizo especialmente patente en el estallido social del 2019, mediado su segundo mandato presidencial, época en la que sufrió las críticas despiadadas del actual presidente de Chile, el izquierdista Gabriel Boric.

Pero el funeral de Estado de Piñera, celebrado en la catedral metropolitana de Santiago, generó -además de unas muestras desbordantes de cariño popular- una demostración modélica de reconciliación política nacional. Con la presencia junto al féretro de todos los ex presidentes vivos -con excepción de Ricardo Lagos, retirado por motivos de salud- la imagen de civismo y respeto que transmitió al mundo la República de Chile fue ejemplar, hasta el punto de que el actual presidente Boric, tras destacar que el fallecido “tuvo que afrontar momentos dolorosos y complejos para el país” y “abrió paso a una derecha democrática, liberal y abierta al diálogo por el bien de Chile”, acabó manifestando: “Sebastián Piñera fue un hombre que siempre puso a Chile por delante, que nunca se dejó llevar por el fanatismo y el rencor. Todos los que estamos en política debiéramos tomar nota de estas virtudes. Durante su Gobierno las querellas y recriminaciones fueron en ocasiones más allá de lo justo y razonable. Hemos aprendido de ello”.

También la ex presidenta socialista Michelle Bachelet (2006-2010 y 2014-2018) glosó la figura pública de su viejo rival político, sosteniendo que “el Estado despide a uno de sus más destacados protagonistas, que empujaba una derecha que podía tomar distancia del autoritarismo. Tanto en la dictadura como el estallido de 2019, escogió la salida institucional de dar poder a la ciudadanía mediante el voto”, para finalizar diciendo: “fue en la presidencia cuando Piñera pago el precio más alto de ser autoridad, porque hay que tomar decisiones dolorosas y el escrutinio público es implacable”.

Cualquier comparación de esa generosidad anterior con el muro infranqueable que Sánchez y Zapatero han querido levantar frente a la derecha en España debería producirnos a todos un gran bochorno nacional. Los españoles tuvimos a Franco y los chilenos a Pinochet. Pero ellos son hoy capaces de entender que no existe verdadera democracia sin una alternancia civilizada.

 

P.D. El Senado de Chile, país presidido por el izquierdista Gabriel Boric, acaba de aprobar por unanimidad que el presidente solicite al Tribunal Penal Internacional una orden de captura contra el dictador venezolano Nicolás Maduro alegando “graves crímenes que constituyen una amenaza para la paz, la seguridad y el bienestar de la humanidad”.

PUBLICADO EN MALLORCADIARIO EL 02 DE SEPTIEMBRE DE 2024.

Por Álvaro Delgado Truyols