Tommy Morrison fue un boxeador de los pesos pesados, fallecido por VIH en el año 2013, que se hizo famoso por aparecer junto a Sylvester Stallone en la película “Rocky V”. Norteamericano, blanco, de ascendencia escocesa, había adquirido notoriedad por amenazar el poderío de los púgiles de raza negra en la máxima categoría, llegando incluso a proclamarse campeón del mundo por la Organización Mundial de Boxeo derrotando al mítico George Foreman. Pero su carrera no llegó más lejos por tener lo que -en el argot pugilístico- se ha llamado siempre una “mandíbula de cristal”, pues cada golpe fuerte que recibía en la cara lo ponía al borde del KO.

En España, una lacrimógena carta de Pedro Sánchez nos ha descubierto que nuestro gran maestro del “Manual de Resistencia”, ese líder espartano que ha levantado un “muro” definitivo contra la derecha y la ultraderecha españolas, ese miliciano republicano del “no pasarán” que ha desenterrado a Franco y va ganando a los puntos -85 años después- nuestra interminable Guerra Civil, ese político implacable que ha ordenado poner en la picota pública al novio de Ayuso o al cuñado y la pareja de Feijóo, tiene un delicado mentón de cristal de Bohemia. El primer gancho judicial -unas meras diligencias previas- que ha recibido su enamorada Begoña Gómez por sus turbios negocios a la sombra del poder lo ha dejado al borde de la dimisión. Vaya killer de pacotilla ha resultado ser el chulángano de La Moncloa. Iba de tipo duro, pero tenía la mandíbula blandita como el pobre Tommy Morrison.

Se han publicado múltiples interpretaciones a la sorprendente reacción de Sánchez. Pero la mayoría -salvo las de la opinión sincronizada por Moncloa- incide en la sospecha, el desconcierto y la incredulidad. Un tipo que ha hecho de la polarización, el enfrentamiento y la mentira repetida y desvergonzada su forma de estar en política tiene difícil que todos creamos, de la noche a la mañana, la delicada vulnerabilidad de su carácter y la bondad de sus pensamientos de persona sensible y enamorada. A otro perro con ese hueso Mr. Falcon. Con sus antecedentes personales y políticos, suena todo a calculado paripé propagandístico. Una maniobra más de puro superviviente político, agobiado por una legislatura infernal (en la que no reúne condiciones objetivas para poder gobernar de verdad), solo destinada a ganar tiempo y cohesionar a sus filas y a los socios del Gobierno Frankestein.

Hay un aspecto perverso en la reacción del presidente del Gobierno que pocos han alcanzado a comentar. Y es el espíritu autoritario y antidemocrático de pretender patear el tablero cuando su mujer está sujeta a una investigación judicial. Un político honrado y responsable resolvería muy rápidamente el problema, acudiendo inmediatamente Sánchez al Congreso y Begoña Gómez al Juzgado de Instrucción a explicar con todo lujo de detalles cualquier atisbo de sospecha sobre sus turbias actividades empresariales. Alguien con la conciencia tranquila y confiado en su inocencia no suele tener ningún reparo en contar cuanto antes la verdad, tanto en la esfera política como en la esfera judicial. Pero ambos llevan meses sin hacerlo, desde que estallaron los escándalos de Koldo, Ábalos, Armengol y Begoña. Por ello la carta de Sánchez debe interpretarse también como una velada amenaza al Juez: “Cuidadito con investigar a mi mujer”.

Sánchez no va a dimitir por dos poderosas razones, ambas facilísimas de entender: es un yonki del poder y resulta más fácil defenderse ante cualquier acusación siendo presidente del Gobierno. Por ello, viendo el numerito lacrimógeno destinado al consumo de sus partidarios, Isabel Gemio le diría sonriente: “Pedro, lo que necesitas es amor”.

PUBLICADO EN OKDIARIO (EDICION NACIONAL) EL 25 DE ABRIL DE 2024.

Por Álvaro Delgado Truyols