Tras el fiasco impresentable de la Ley del “sólo sí es sí”, caprichito de cuatro ignorantes de Podemos que produjo la salida de más de mil abusadores sexuales a la calle, el nuevo planteamiento de la negociación entre el Gobierno y Junts para sacar adelante la polémica Ley de amnistía es reformar el Código Penal, reduciendo el ámbito objetivo de los delitos de terrorismo. Y así lograr evitar la imputación a los independentistas catalanes protagonistas de actos violentos por este tipo de delitos que Europa jamás considerará como amnistiables.

Para un jurista con décadas de experiencia como quien les escribe, ver a un Gobierno occidental retocando sus normas legales al dictado y a la medida de los delincuentes afectados constituye un espectáculo indescriptible. A uno se le cortocircuitan las neuronas recordando cómo le enseñaron en la Facultad que toda Ley debe tener siempre vocación universal, y que jamás debe promulgarse para regular asuntos particulares. Pero, en esta desconcertante España del siglo XXI, estamos reinventando -a la orden de jurisconsultos de la talla sideral de Irene Montero, Ángela Rodríguez Pam, Gonzalo Boye o Carles Puigdemont– el brillante legado que dejaron a Occidente unos pobres aficionados al Derecho como Gayo, Papiniano, Justiniano o Cicerón.

El inestable Gobierno de Sánchez y sus variopintos aliados se ha convertido en un chollo inesperado para todo tipo de chorizos, con sus experimentos legislativos, sus rebajas permanentes, su afán desmesurado de poder, sus relatos infantiles y sus cesiones angustiosas. No me extraña que todo el lumpen les vote de forma entusiasta. Tras proteger a los okupas, eliminar la sedición, rebajar las penas por malversación, retocar a la baja los abusos y agresiones sexuales, eliminar las injurias a la Corona e indultar a los principales condenados del procés, ahora estamos en la última y definitiva fase gloriosa: amnistiar a los separatistas que quedan procesados y rebajar el concepto de terrorismo. Sólo les falta derogar para los suyos todo el Código Penal, y mantenerlo íntegro para los integrantes de la “fachosfera”. Yo para ser feliz quiero ser quinqui, y votar a la izquierda.

La proyectada reforma a la baja del delito de terrorismo en el artículo 573 del Código Penal puede producir, como ya generó la infausta Ley del “sólo sí es sí”, consecuencias inesperadas. Como que cientos de etarras encarcelados por colaboración con la banda terrorista -pero que no tengan condenas específicas por delitos de sangre- aprovechen la nueva normativa para pedir que les pongan en la calle. Porque ya saben ustedes que, en materia penal, siempre es aplicable al reo la normativa más favorable, fuere cual fuere la redacción de la Ley en la fecha en que cometió su delito. Circunstancia que haría felices a algunos socios de Sánchez como Bildu, Podemos o PNV, pero bastante desgraciados a la mayoría de los españoles de bien, que ven como hoy en España no puedes saltarte impune ni un triste semáforo en ámbar, pero al final siempre salen ganando los delincuentes.

PUBLICADO EN OKBALEARES.COM EL 02 DE FEBRERO DE 2024.

Por Álvaro Delgado Truyols