El detallado retrato que el historiador romano Suetonio (“Vidas de los Doce Césares”, publicado hacia el año 121) nos dejó de la vida del emperador Calígula se compone de dos partes perfectamente diferenciadas. Y así las distingue su autor: “Hasta aquí Calígula como emperador; ahora debemos hablar de su carrera como un monstruo”.

En la terrible parte segunda, el emperador -primero que se presentó ante sus súbditos vestido como un dios- aparece descrito como alguien maligno, insolente, agresivo y cruel, proclive a filias y fobias muy acusadas, que combinaba una euforia desmesurada con momentos de sadismo y brutalidad con todos -incluidos sus propios familiares- llegando a mantener relaciones incestuosas y a prostituir a sus propias hermanas, o incluso a intentar nombrar cónsul a su caballo favorito Incitatus.

Los caracteres psicopáticos de muchos gobernantes, sin llegar a los niveles de locura de Calígula o de su sobrino Nerón, han constituido una rica fuente de producción literaria a lo largo de la historia. Y no pocos comentaristas españoles, tanto del mundo del periodismo como de la psiquiatría, llevan tiempo desgranando los acusados rasgos narcisistas -e incluso con elementos de psicopatía- que adornan la personalidad de nuestro actual presidente del gobierno, especialmente tras su reciente y polémica investidura, que le ha permitido dar rienda suelta a aspectos menos conocidos y bastante más tenebrosos de su tiránica personalidad.

Las incontrolables y ridículas carcajadas con las que Sánchez se burló de Feijóo en el último debate de investidura, o con las que adornó diferentes respuestas en la reciente presentación de su libro “Tierra firme” a preguntas del presentador Jorge Javier Vázquez, han hecho aparecer al presidente -lejos de la simpatía y cercanía que pretendía aparentar- como un tipo despectivo y desalmado con marcados caracteres sociopáticos.

Y ese extraño comportamiento reiterado nos lleva a preguntarnos: ¿De qué se ríe tanto Pedro Sánchez cuando se está desmoronando el régimen constitucional de 1978, cuando no puede pisar la calle ante el riesgo de abucheos de los ciudadanos, cuando vive obsesionado por crear un muro insalvable entre los españoles, cuando ha comprado el poder a cambio de la impunidad de unos prófugos de la Justicia, cuando está batiendo todos los récords en colonización de las instituciones, nepotismo y abusos de poder, cuando está deteriorando gravemente la situación económica y cuando se ha cargado la separación de poderes y también la igualdad de todos los españoles ante la Ley? ¿Son todas esas -y bastantes otras- cuestiones para partirse de risa de la forma que lo hace últimamente nuestro presidente?

Flavio Josefo, otro gran historiador de la Roma clásica, contó cómo las numerosas acciones despóticas de Calígula desencadenaron varias conspiraciones en su contra que, finalmente, desembocaron en su asesinato. Su muerte fue ejecutada por los integrantes de su guardia pretoriana, pero estuvo respaldada por infinidad de senadores, militares e incluso familiares, que experimentaron un alivio inconmensurable con su desaparición, tras cuatro interminables años de gobierno y contando el emperador con sólo 29 años de edad.

Tras su polémica defensa de Hamas, la reciente comparecencia de Sánchez en el parlamento de Estrasburgo despreciando cualquier oposición y comparando con el Tercer Reich a los miembros del Partido Popular Europeo que le reprocharon atentar contra el Estado de Derecho en España ha retratado su psicopática personalidad más allá de los límites de nuestras fronteras. Y tal vez le prive en el futuro de acceder a esos cargos internacionales con los que suspiraba para acabar su carrera política.

Fuera del cobijo habitual que le proporcionan en España sus subvencionados palmeros mediáticos, ya todos conocen en Europa a nuestro risueño y despótico Calígula.

PUBLICADO EN MALLORCADIARIO.COM EL 18 DE DICIEMBRE DE 2023.

Por Álvaro Delgado Truyols